Para familiarizarnos con la narración, en 1º ESO hemos estado jugando con los dados para crear historias y con tan sólo cinco tiradas han salido historias tan estrambóticas como esta:
Érase una vez una abeja que deseaba ser una persona. En el pueblo donde vivía había un reputado mago así que decidió ir a hablar con él para cumplir su deseo. Al llegar a la casa del mago se encontró la puerta de acceso cerrada. Lo llamó por teléfono pero tampoco encontró respuesta. Sin embargo, ella sabía que el mago estaba allí dentro. Entonces recordó que en la fuente que había en la plaza del pueblo existía una entrada secreta a la casa del mago. Fue hasta ella y se sumergió en el agua de la fuente hasta que consiguió entrar en la casa.
La abeja estaba feliz. Lo había conseguido. Pero, le sorprendió ver la casa tan iluminada, llena de antorchas que no dejaban ningún rincón sin luz. Parecía verdad aquella vieja leyenda que decía que el mago tenía terror a las sombras. Mientras pensaba todo esto, volaba veloz a través de los pasillos, sin darse cuenta de que con el aleteo de sus alas iba apagando a su paso alguna que otra antorcha. El mago, que ignoraba la presencia de su visitante, vio de repente una gran sombra en una de las paredes y aterrorizado, del susto se cayó sobre una antorcha y comenzó a arder.
La abeja que había presenciado la escena, se apresuró a acercarse al mago y le contó por qué había llegado hasta allí. El mago le respondió, moribundo, tendido en el suelo, que debía ir a buscar a su hermano para que este le ayudara a conseguir su sueño. El hermano del mago vivía en Singapur. Tras semanas de viaje, la abeja consiguió llegar volando hasta allí con ayuda de un globo aerostático. A su llegada se encontró con unos niños jugando al fútbol y en apenas unos minutos recibió un gran balonazo que la hizo caer en la cesta de una bicicleta que estaba aparcada cerca. Mientras estaba inconsciente en la cesta, alguien cogió la bicicleta y comenzó a andar.
Cuando, tras un buen rato, la abeja volvió en sí, pensó estar alucinando por el golpe… ¡quien conducía la bicicleta era el hermano del mago! Cuando llegaron a su casa, la abeja le explicó toda la aventura y sus deseos así como las últimas palabras de su hermano. Su nuevo amigo sabía cómo ayudarla. Le hizo beber una pócima hecha con una flor mágica que cultivaba en su jardín y le concedió tres deseos. Uno de ellos, tener un jardín lleno de flores medicinales para poder salvar vidas como la del pobre mago que había muerto por su ambición. Parece que la abeja había abandonado ya su viejo sueño de convertirse en persona.
Esa noche, mientras la abeja dormía feliz por haber llegado a su meta y haber conseguido su sueño, el hermano del mago tenía otras intenciones: llevársela a una caravana abandonada, lejos de la ciudad, para comérsela y beneficiarse de las propiedades rejuvenecedoras de las abejas… Pero, de repente, cuando ya la había engullido y se creía victorioso, un dolor de estómago presagiaba el desastre…. La abeja aleteó con todas sus fuerzas y causó una gran explosión haciendo desaparecer así al hermano del mago. Agotada por el esfuerzo, ella también murió.